Esta situación podría provocar una pérdida aún mayor en los rindes potenciales de algunos cultivos y se empieza a pensar en “estrategias de defensa”.
La casi remota posibilidad de que suceda un fenómeno climático extraño como hace 20 años, empieza a dejar de ser remota para empezar a materializarse. Según informes de la Bolsa de Comercio de Rosario, y el análisis de expertos de Grupo América, la tercera Niña consecutiva se encamina a ser un hecho, y con ella, las preocupaciones y ocupaciones de los productores de la región.
El fenómeno climático La Niña se traduce en un enfriamiento en la zona ecuatorial con menos evaporación de agua y por ende menos lluvia que transportan los vientos hacia esta parte del continente. Argentina está atravesando su segundo año de Niña y empieza ser alarmante el escenario sin lluvia y casi sin reservas de aguas subterráneas que se fueron agotando desde hace dos años.
Saber lo que está sucediendo en la zona ecuatorial, permite ver el panorama con 6 meses de antelación y buscar alternativas para tratar de esquivar la escena 1999/2001 que siempre deja un sabor amargo al recordar.
“El problema es el rendimiento del cultivo, que por cada año puede perder hasta un 30% debido a la falta de agua. Esa reducción de rendimiento se traduce en millones de toneladas y de dólares que no ingresan al país y generan restricciones que terminan limitando nuestra capacidad importadora y afecta a toda la economía en su conjunto”, explicó Lisandro Lapunzina de Grupo América. No entran divisas, no entran productos del exterior y se empieza a romper la cadena de producción afectando a la economía global.
¿Cuáles son las alternativas?
Con este panorama es posible pensar en estrategias defensivas como rotación hacia cultivos más resistentes a la sequía como el sorgo, diversificación temporal con maíces de segunda (sembrados en diciembre) o soja que tiene un periodo reproductivo más largo.
La cosecha que se está levantando en este momento tiene un maíz muy golpeado sin el soporte de las aguas subterráneas y con una estructura de costos disparados exponencialmente (por el precio del gas por la guerra en Ucrania y el costo de los fertilizantes).
Para una campaña de un año seco, otra opción viable es pensar en realizar un barbecho largo en invierno, confiar en que haya precipitaciones en esos meses de barbecho, que esta precipitación sea acumulada en el perfil edáfico, y que haya un balance estable o cercano a valores positivos para poder sembrar maíz en septiembre o soja en noviembre.
Si bien después de 20 años es complicado hacer comparaciones, los recuerdos no son favorecedores, pero parece ser el momento indicado para empezar a tomar decisiones (o hacer la danza de la lluvia), ante una probabilidad de precipitaciones, bastante escasa.